Tom Mason, hail the conquering hero
Tom Mason no tenía pinta de estrella. No era un actor, ni mucho menos. Quiropráctico, de hecho. ¿De arreglar espaldas a conquistar el séptimo arte? Cuando Ed Wood necesitó a alguien sustituyera a Bela Lugosi en Plan 9 from Outer Space, ahí estaba Mason. ¿Por qué? Porque Wood no tenía a nadie más y la muerte de Lugosi no iba a detener su película de extraterrestres y zombis. El problema era obvio: Tom Mason no se parecía en nada a Lugosi. No era la elección lógica, pero para Ed Wood la lógica no era un factor importante.
Mason terminó con la capa de Drácula, tapándose la cara con ella la mayor parte del tiempo, como si nadie fuera a notar que no era el mismo actor que Lugosi. Se paseaba por los sets de cartón, moviéndose torpemente, intentando recrear la elegancia que Lugosi había mostrado en sus últimas escenas. Era ridículo y a la vez perfecto para lo que Plan 9 terminaría siendo: una obra maestra de lo absurdo.
En cualquier otra película, la presencia de Tom Mason habría sido un desastre monumental. Pero en Plan 9 from Outer Space se convirtió en parte del encanto surrealista de la película. Su interpretación, o más bien, la falta de ella, selló el destino de la película como el pináculo del cine Z. El ¿problema? era que el sello no pegaba. Mason se paseaba por los sets como un zombi confundido, sin diálogos, sin expresiones. Un tipo que se encontraba en la situación más absurda posible, interpretando a un Lugosi que ya no estaba.
Los aficionados recuerdan a Tom Mason no por su talento, sino por lo que representa: el espíritu indomable del cine Z. Él es el símbolo de un cine donde la falta de recursos, el caos y la improvisación eran parte de la diversión. Si Ed Wood necesitaba a alguien para seguir rodando y Mason era el único que se presentaba, entonces Mason sería Lugosi, aunque fuera con la capa tapándole la cara todo el tiempo. No hay mucho glamour ahí, pero sí una historia legendaria.