El Padrino, Epílogo: La muerte de Michael Corleone
Haters gonna hate. Todos sabemos lo que se ha dicho sobre El Padrino III durante estos treinta años. Y poco o nada es bueno. Ahora que Francis Ford Coppola ha decidido "retocar" un poco aquí y allá su película, oh, sorpresa, lo que se sigue diciendo y escribiendo no es mucho más positivo.
Da la impresión de que cualquiera puede ponerse detrás de una cámara con unos cientos de millones de dólares de presupuesto y rodar algo mejor que la tercera parte de El Padrino. También parece que cualquiera puede ponerse delante de una cámara y hacerlo mejor que Sofia Coppola, chivo expiatorio predilecto de los detractores de la película. Y digo yo, ¿a nadie se le ha ocurrido que quizá Sofia quería que su personaje fuera exactamente así? ¿Es que no hemos visto niños de papá a los que se les ha dado todo hecho que se comportan como si no vivieran en este mundo? En aras de la verosimilitud, Miss Coppola se merecía, al menos, el beneficio de la duda.
Yo, sin embargo, voy a criticar otro aspecto completamente diferente de El Padrino, Epílogo: La muerte de Michael Corleone, y es que me parece un montaje completamente innecesario. La que ahora es la primera escena, por mucho que intente sentar precedente para contar la historia y recuerde (guiño nostálgico) al principio de la Primera Parte, no acaba de encajar ahí en mi humilde pero casi siempre acertada opinión. Además, chirría un poco que se hable de esa cuantía monetaria antes de que se produzca la primera "donación" de Michael. No lo explico más por si alguien no la ha visto todavía o no recuerda exactamente cómo era en el montaje que todos conocíamos hasta ahora.

Y el final... a morderse la lengua. Mantengamos esto spoiler-free. Pero prefiero el original, por mucho además. Era probablemente mi parte favorita de la película. Bueno, claro está, si exceptuamos la escena de Pacino diciendo aquello de "just when I thought I was out, they pull me back in!". Ni Los Soprano serían lo mismo sin esas míticas palabras.