Tarantino en Kimmel: no solo ha ido a hablar de su libro
Desde mi dulce y cómoda ignorancia me pregunto si habrá arquitectos a los que no les importe absolutamente nada Frank Lloyd Wright o Le Corbusier. Quiero pensar que no, pero probablemente sea que sí. No me sorprendería que incluso hubiera alguno que se permita el lujo de restar importancia a las creaciones de los grandes maestros. Sí sé que eso ocurre bastante a menudo en los dominios del Séptimo Arte, aventurándome a decir que en mucha mayor medida en países como el nuestro que en Estados Unidos, Francia o Reino Unido.
También puede ser que la ciencia estadística me tenga manía, que haya estado expuesto justo a entrevistas con actores y directores españoles en las que nunca, salvo contadísimas excepciones, hayan hablado con pasión y admiración de sus influencias, como si el cine se hubiera inventado antes de ayer. Pero como no creo en las casualidades, por muchas veces que haya visto Magnolia, mi enanito en el estómago me dice que, bien se prefiere no hablar de ello por temor a que se piense que son unos burdos imitadores, bien es que directamente esas influencias y amor por los grandes de su oficio simplemente no existe.
Tarantino sí ama y respeta a sus maestros. A los grandes, y a los pequeños, que una cosa no quita a la otra. Disfruta tanto con John Ford como con cualquier subproducto de serie B que llame su atención. Y no desperdicia ninguna ocasión para ponerlo de manifiesto. Quentin estuvo hace unos días en el programa de Jimmy Kimmel con ocasión de la publicación de su novela de ficción Érase una vez en Hollywood y, entre otras interesantes cosas, accedió a intentar saber, con los ojos tapados, el título diferentes películas de serie B y Z que Kimmel tenía en VHS. Jimmy leía la descripción de las carátulas y Quentin adivinaba.
Unos minutos divertidos y entrañables que han sido notica en distintos medios. En muchos de ellos explicaban que Tarantino había sido capaz de adivinar algunas de las películas porque había trabajado en un videoclub. Error. Que no, que de verdad le gusta ese tipo de cine. Que le gusta EL CINE, por muy malo que sea. No son solo recuerdos de un trabajo. Quizá no se entienda que una celebridad, un director de éxito, famoso y millonario, se pase las tardes en su casa viendo según qué pelis y disfrutando enormemente con ello, pero explicar eso en los tiempos que corren se me antoja casi imposible.